Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré y cenaré con él y él conmigo.
Apocalipsis 3:20
Estas palabras son el broche de oro con que el Señor concluye las cartas, que a través del apóstol Juan, les hizo llegar a las siete iglesias de Asia Menor. En cada una de estas misivas Jesús apela a las diferentes circunstancias de cada congregación con un mensaje de ánimo, corrección o exhortación.
Una vez más, no importando la condición en que los destinatarios se encontraban, el Señor les reitera y les recuerda cuál es su deseo cumbre: tener comunión, amistad con sus hijos. Le invito a que personalice esta analogía.
El propósito de Despierta Débora es motivar a las madres a orar por nuestros hijos. La oración, de por sí es un misterio. Muchas veces me he preguntado, si Dios lo sabe todo, ¿por qué necesito orar? ¿Es la oración una forma de “torcerle el brazo a Dios” para que me conceda lo que le pido? ¿Es la oración una forma de ganar méritos con Dios? Me motiva a orar el saber que el mismo Jesús lo hizo, y nos manda a hacerlo. Me inspira la vida de oración de aquellos que llegaron a ser “grandes”. He aprendido en los muchos años de haber transitado mi vida de la mano de Jesús que la oración no es un fin en sí misma.
Es la puerta a través de la cual le doy acceso al Señor en mi vida. Me emociona y me conmueve pensar que Dios toma la iniciativa de buscarme, no importa mi condición. No atropella. No se cansa de golpear y esperar. Una vez que le doy acceso a través de mi diálogo con él, en ese convite, le expreso mis necesidades y preocupaciones. El escucha y responde. Este acercamiento es tan íntimo y real que la más pálida comparación que encuentro es la de estar tomando un café con alguien muy cercano. Es por eso que escogí este título.
Mi querida Débora, mamá que se levanta a interceder por las apremiantes necesidades de sus hijos, es mi deseo, que al verter en tu amigo Jesús las cargas específicas de tus hijos, llegues a conocerlo a El más profundamente. Ese es el formato con que he diseñado este sencillo librito. Cada página representa un encuentro diario con Dios. En él tienes la oportunidad de que seas específica en tus peticiones. Luego, le haces partícipe al Señor del diálogo a través de una promesa de La Biblia. Desde ya anticipo abundantes y sorprendentes respuestas.
Un abrazo de mamá a mamá,
Silvia Brynjolfson